La oferta era seductora: millones de dosis de AstraZeneca, Pfizer, Moderna, Sputnik y Johnson & Johnson al alcance de la mano y en un tiempo de entrega récord, solo un par de semanas. El costo, por supuesto, superaba en cinco veces el precio de mercado. El mensaje en el teléfono de Cecilia Nicolini, asesora presidencial y una de las encargadas de negociar la provisión de vacunas, del intermediario despertó interés, pero sobre todo desconfianza.
Después de unas pocas preguntas de rigor, como cuál es el origen de la planta de producción o los contactos con los que el intermediario negocia la provisión en los laboratorios o los Estados proveedores, la respuesta es la misma: silencio. El riesgo a caer en una red que trafica vacunas falsificadas o que se ofrecen en el mercado negro a partir de compras irregulares o directamente robos, encendió la alarma del gobierno nacional.
La preocupación de la Casa Rosada se extendió en los últimos días ante la decisión de algunas provincias y municipios de salir al mercado para comprar vacunas contra el coronavirus, tras las declaraciones públicas del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. El Gobierno busca evitar que aquellos que comenzaron a negociar la compra de dosis caigan en estas redes.(La Nacion)

