Al mismo tiempo que el Gobierno avanza punto por punto con varios de las principales exigencias del Fondo Monetario, desde la Casa Rosada le dan aire y difusión a iniciativas de improbable implementación pero lo suficientemente provocativas, surgidas del riñón de funcionarios identificados con el kirchnerismo más duro como el secretario de Comercio, Roberto Feletti.
Así, el día que el Banco Central adoptó una de las medidas más difíciles de digerir para este sector, una suba de las tasas de interés incluso más agresiva de lo que se venía anunciando al llevarla a 42,5% anual, la noticia compitió en repercusión con la confirmación por parte de la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, dos nuevas iniciativas intervencionistas para la economía. Por un lado, la aplicación de un impuesto a las viviendas ociosas y, por el otro, la creación de una Empresa Nacional de Alimentos (ENA). Ambas ideas, sostuvo, en análisis como antídoto a la suba de precios. Casi al mismo tiempo, se desarrollaba la audiencia pública para ajustar las tarifas de la electricidad, que incluyó la advertencia de la Secretaría de Energía respecto del fuerte salto en los costos de generación que se producirá este año. Todo esto en coincidencia con la política del BCRA de acelerar el ritmo de devaluación, que pasó en dos meses de 1% al 3% mensual, tal como lo exige el FMI, y las insistentes declaraciones de Feletti advirtiendo sobre la necesidad de “más regulaciones” para combatir la inflación.
Lo cierto es que ambas iniciativas son, más allá de su discutible efectividad, también de muy dudosa viabilidad, detalle que no se le escapa al Gobierno. El principal escollo, es obvio, está en el Congreso, (Infobae)

