Luis Miguel volvió a brillar bajo las luces del Campo Argentino de Polo. Es una noche histórica: el primero de los dos shows de cierre de su aclamada gira mundial. La multitud corea su nombre, como si el tiempo no hubiese pasado desde aquellas primeras presentaciones en el país hace décadas. Es la tercera vez en menos de un año y medio que pisa suelo argentino para cantar, pero algo distinto flota en el aire. Un Luis Miguel cercano, sonriente y visiblemente emocionado, parece dejar atrás la imagen del hombre distante que solía mostrarse impenetrable. Y hay algunas explicaciones para este cambio de actitud.
Argentina siempre fue un territorio conquistado para El Sol de México, un lugar donde las ovaciones parecen no agotarse. Diez conciertos abarrotados en el Movistar Arena en agosto de 2023, una exclusiva gala en La Rural, y tres noches inolvidables en el mismo Campo Argentino de Polo en marzo de este año. A esto se sumó un espectáculo pasado por agua en el estadio de Instituto de Córdoba. Pero el público sigue pidiendo más. Las entradas para este cierre, nuevamente, se agotaron en cuestión de horas. El furor desatado por su serie en Netflix también ayudó a revitalizar una fiebre que nunca se había apagado del todo.
Durante estos días en Buenos Aires, el artista mexicano no solo se entrega en cuerpo y alma sobre el escenario, sino que también se dejó ver, algo inusual en años recientes. Paloma Cuevas, la mujer que es su compañía constante en esta gira, estuvo presente en cada uno de los momentos clave.
Ambos caminaron de la mano en una escena que, hasta hace no mucho, habría sido impensada: sonrientes, saludando a los fans, como ocurrió en el restaurante Las Lilas, de Puerto Madero. Allí, la pareja fue recibida entre vítores y aplausos en dos noches consecutivas, antes y después de su primer encuentro con el público local. En ambas oportunidades el cantante se detuvo, saludó y devolvió el cariño con gestos afectuosos. Algunos afortunados lograron estrechar su mano; otros, incrédulos, lo vieron acercarse para regalarles un beso o una sonrisa.