La ciudad de Buenos Aires se convirtió en un epicentro de campañas solidarias. Iglesias, clubes deportivos, estaciones ferroviarias y fundaciones porteñas se han transformado en centros de acopio donde se reciben alimentos no perecederos, agua potable, ropa, calzado, artículos de higiene personal y elementos de limpieza para brindar apoyo a los damnificados de la localidad del suroeste bonaerense. La respuesta, destacan, ha sido masiva con puntos que superaron las expectativas de sus impulsores.
En la puerta de la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé (av. Rivadavia 4879), en el barrio de Caballito frente al parque Rivadavia, el operativo en torno a las donaciones fue incesante desde la mañana del domingo a raíz de la cantidad de personas que se acercaron. “Nuestro reconocimiento al buen corazón que tiene el porteño. En realidad, al corazón de la ciudadanía argentina en general que ante estas situaciones enseguida saca lo mejor. Estimamos que entre el martes y miércoles sale el primer camión para Bahía Blanca”, relata el padre Eusebio Hernández Greco, a cargo de esta emblemática iglesia ubicada en el corazón del mapa.
Al igual que toda su familia, este párroco radicado en la gran ciudad es bahiense. “Tengo a todos allá: a mis hermanos, mi mamá, mis cuñadas, mis sobrinos”, enumera.
Sobre el impacto de las primeras horas del temporal, cuya cifra de víctima fatales asciende a 16 muertos y miles de evacuados con pérdidas materiales aún incalculables, sostiene que “una cosa es cuando te mandan un WhatsApp diciéndote que está lloviendo mucho, que se está inundando, y otra cosa es ver las imágenes de lo que estaba pasando exactamente”.
En ese sentido, completa: “Ver el centro donde uno caminaba de adolescente, las calles que uno reconoce… no nos podíamos quedar de brazos cruzados”.
La comunidad futbolera, por su parte, se sumó a través del esquema comunitario de Red Solidaria que creó Juan Carr, quien le describió a LA NACION que la situación en Bahía Blanca como “una catástrofe enorme que tuvo la respuesta más importante de toda la ciudadanía argentina de los últimos 20 años que llevamos en actividad”.
Según lo que pudo recabar en estos días, “los puntos de donaciones están abrumados por la ayuda de la gente. Hay clubes de fútbol, universidades, empresas. Nunca en la historia se vio algo así y es de lo más emocionante”.
De todas formas, afirma que el camino de la reconstrucción bahiense será largo, por lo que pidió constancia en las ayudas. “Hay que sostenerlo en el tiempo porque reconstruir un impacto tan grande va a llevar en el tiempo”, subrayó.
Federico Y., de 4o años, es vecino de la zona y cuenta que también nació en Bahía Blanca. “Mi familia está bien, gracias a Dios, pero mucha gente quedó realmente muy afectada. En especial, la gente del centro de la ciudad, que perdió todo. Creo que todavía no se tomó dimensión de la magnitud de lo que pasó, ni siquiera allá”, cuenta, mientras acomoda bidones de agua y cajas de ropa.

