El terremoto de magnitud 7,7 que sacudió este viernes Myanmar ha provocado el colapso de multitud de edificios e infraestructura en el depauperado país, donde residentes de zonas afectadas narran el desconcierto y las dificultades de las tareas de rescate mientras se teme por un alto número de víctimas. «Todos los edificios están completamente destrozados (…) Ha sido el caos», dice a EFE una mujer de 40 años desde Naipyidó, la capital birmana, una de las zonas afectadas por el terremoto.
«Ha sido espantoso. Me quedé atrapada en casa unos minutos, si se hubieran derrumbado las paredes habría muerto», añade a través del servicio de mensajes de Facebook.
El temblor se registró a las 12:50 hora local (6:20 GMT—3:20 de Argentina) a 10 kilómetros de profundidad, y el epicentro se situó a unos 17 kilómetros de Mandalay, la segunda mayor ciudad de Birmania, con 1,2 millones de habitantes, según informó el Servicio Geológico de Estados Unidos, que mide la actividad sísmica en todo el mundo. Hubo una segunda réplica de magnitud 6,4, unos 12 minutos después del sismo inicial.