Boca se despidió del Mundial de Clubes con un papelón histórico: no logró ganarle a Auckland City, un equipo conformado por futbolistas amateurs. La necesidad era golear y ser favorecido por una derrota de Benfica (le ganó a Bayern por 1 a 0), pero el equipo argentino nunca le encontró la vuelta a un rival que se cerró bien en defensa y expuso las enormes limitaciones de los dirigidos por Miguel Ángel Russo.
Fueron 81 los centros de los jugadores de Boca, de los cuales apenas 20 fueron eficaces. Uno de ellos fue conectado por Lautaro Di Lollo, cuyo cabezazo dio en un poste; la pelota ingresó al arco tras rebotar en el arquero Nathan Garrow. Pero en el primer córner de Auckland City llegó el empate, vía Christian Gray, de cabeza.
La desazón es enorme para un club que sigue en deuda en las competencias internacionales desde que Juan Román Riquelme se hizo cargo de su Departamento de Fútbol, en enero de 2020.