Para ubicar en el calendario, Fernández Romero es preciso: “En la ciudad, los pólenes de árboles causan rinoconjuntivitis en primavera, en septiembre, día más o día menos. Los que más síntomas dan son los que provienen del plátano y del fresno. Después llegan las gramíneas, que ‘pican’ sobre todo en noviembre y diciembre”, señala. Se trata de una familia de plantas que están presentes en prados, césped, parques y campos de cultivo, entre otras áreas. “En el resto del verano aparecen otras como artemisia y ambrosía”, agrega. Hay un mito que cada año regresa con los primeros aires cálidos: la “pelusa” del plátano. Fernández Romero lo despeja sin vueltas: “La alergia al plátano se debe al polen. La pelusa que suelta el fruto puede irritar ojos y vías respiratorias, pero eso no es una alergia, irrita a todos por igual”. Los síntomas respiratorios más frecuentes, indica, son picazón y enrojecimiento ocular, lagrimeo, congestión y goteo nasal, estornudos repetidos y, cuando la inflamación baja a los bronquios, puede convertirse en tos persistente, silbidos al respirar y cuadros de broncoespasmo. “El compromiso de ojos y nariz suele ir junto, en lo que llamamos rinoconjuntivitis, y puede coexistir con asma”, añade.
Según datos del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el arbolado público cuenta con 32.319 plátanos (platanus acerifolia) y 153.118 fresnos, sobre un total de 370.180 ejemplares relevados. Los plátanos se concentran especialmente en la comuna 11 (4066 ejemplares), en la 15 (3986) y en la 14 (3421). Más atrás aparecen la comuna 12 (2701), la 9 (2624) y la 10 (2533). En fresnos, encabeza la 4 (16.842), seguida por la 12 (15.133), la 10 (13.335), la 9 (13.331) y la 11 (12.889). Más atrás figuran la comuna 15 (11.550) y la 7 (11.132). Esa distribución explica por qué ciertos barrios y algunos ejes viales suelen propiciar estos cuadros.