Milei ha ganado este domingo con el 40,8% de los votos la elección para renovar el Congreso. Ha sido un triunfo inesperado por su magnitud y presentado como épico por el ultraderechista. Ha tenido motivos suficientes para celebrar. Luego de cuatro meses de espanto para la Casa Rosada, con la economía dependiente de un rescate financiero de Donald Trump, sonados casos de corrupción y hasta candidatos fuera de juego por vínculos con el narcotráfico, el Gobierno temía quedar más cerca del 30% que del 40%. Pasa, así, de 37 a 93 diputados, sumados los de sus aliados. Y de seis a 19 senadores, una Cámara en la que ha obtenido más del 42% de los sufragios.
Milei ha celebrado incluso un triunfo ajustadísimo en la provincia de Buenos Aires, donde hace solo dos meses, en las elecciones para legisladores provinciales, había perdido ante el peronismo por más de 14 puntos porcentuales. La ultraderecha ha ganado también con claridad en la capital y provincias grandes como Córdoba, Mendoza, Entre Ríos y Santa Fe.
“Hoy el pueblo decidió dejar atrás 100 años de decadencia, hoy empieza la construcción de la Argentina grande”, dijo Milei en su primer discurso triunfal. El presidente agradeció uno a uno a sus ministros, incluso a los que ya presentaron su renuncia, como el canciller Gerardo Werthein y el de Justicia, Mariano Cuneo Libarona, y llamó luego a sumar fuerzas con la oposición.
El oficialismo dominó en seis de las ocho provincias que renovaron senadores nacionales. En estos comicios, se eligieron 24 senadores -de un total de 72- y 127 diputados -de un total de 257-. El partido de gobierno llegaba a esta contienda electoral con apenas 7 integrantes en el Senado y 37 en la Cámara baja. Es decir, menos del 15% del Congreso. Por eso para el Ejecutivo era vital aumentar su representación parlamentaria para avanzar en las reformas demandadas por los mercados internacionales y su principal socio, Estados Unidos.
De esta manera, el oficialismo logra su objetivo de ampliar su bancada parlamentaria y se acerca al tercio que necesita en ambas cámaras para blindar sus vetos. Sin embargo, tendrá que establecer alianzas con otros espacios para avanzar en reformas estructurales. Pero indudablemente este respaldo en las urnas otorga al Gobierno un margen de maniobra ampliado en el Congreso.
El impacto de la victoria se sintió especialmente en Buenos Aires, tradicional bastión del peronismo, donde la lista encabezada por Diego Santilli superó a la del peronismo contra todo pronóstico. La diferencia respecto a los comicios anteriores subraya la magnitud del vuelco electoral. A nivel nacional, La Libertad Avanza consolidó su posición al obtener más del 40% de los sufragios, superando las expectativas y asegurando una presencia decisiva en la Cámara de Diputados, lo que permitirá al presidente blindar sus iniciativas legislativas.
Estrategias y factores de la victoria oficialista
El resultado se explica por una combinación de factores estratégicos y políticos. En el análisis interno del oficialismo, se destaca la decisión de reemplazar a José Luis Espert, quien renunció por las denuncias en su contra por presuntos vínculos narco, por Santilli como candidato en Buenos Aires a menos de 18 días de la elección, una jugada que marcó un punto de inflexión en la campaña.
El oficialismo llegó a estos comicios con estrategias diferenciadas según la provincia: en algunos casos de la mano del PRO, fuerza del ex presidente Mauricio Macri, y en otros de manera independiente. La alianza con el PRO se dio tras meses de cooperación parlamentaria, y en la Ciudad de Buenos Aires compartió boleta con figuras como Patricia Bullrich y Luis Petri, ministros de Seguridad y Defensa, respectivamente.
Además, tras la dura derrota en los comicios de septiembre, el equipo de campaña modificó el discurso para mostrar mayor empatía con la ciudadanía, especialmente con quienes soportaron el peso del ajuste económico.

