El día que la primera dama de Brasil, Michelle Bolsonaro, anunció que le habían diagnosticado covid-19, Jair Bolsonaro,, visitó dos ciudades del interior de la región del noreste y, de nuevo, provocó aglomeraciones. Por la noche, en un mensaje en redes sociales, Bolsonaro dijo que había contraído una infección pulmonar, fruto del confinamiento que atravesó para superar la infección.
Las tres semanas de distanciamiento social que siguieron tras el contagio no lo han hecho cambiar de actitud. Bolsonaro volvió a ser Bolsonaro. Incumplió las recomendaciones de distanciamiento social de las autoridades sanitarias y procedió como si estuviese en mitad de una campaña electoral. Este jueves, Brasil alcanzó las 91.263 muertes por coronavirus y los 2,6 millones de infectados. El país mantiene un ritmo acelerado, tanto de infecciones como de fallecimientos, y se prevé que llegue a los 100.000 muertos por la pandemia la semana que viene.
Por la noche, en su tradicional directo semanal en Facebook, citó su viaje y dijo que “ayudó” a la población local. No comentó el contagio de su esposa. Sobre la pandemia en sí, Bolsonaro se limitó a decir que Brasil forma parte del acuerdo de países con la Universidad de Oxford para producir la vacuna. “Todo indica que funcionará. Nos mandarán 100 millones de unidades. Y no, no es de ese país [China]. Es de Oxford”, dijo el presidente, que copia a Donald Trump en la retórica anti-China, especialmente cuando habla directamente con sus seguidores más radicales.
Luego habló de su recuperación de la covid-10 y reveló que se está tratando una infección en los pulmones, sin dar más detalles: “Acabo de hacerme un análisis de sangre, ayer me sentí un poco débil, me encontraron incluso un poco de infección también. Ahora estoy con antibióticos, debe ser… ahora, después de 20 días metido en casa, uno coge otros problemas. He cogido moho, moho en los pulmones.”