Entrada la madrugada del martes 30 de septiembre, Santiago del Moro abrió un sobre y anunció su propio nombre como ganador del Martín Fierro de Oro. La escena, insólita y cargada de emoción, marcó el cierre de una ceremonia que él mismo había conducido durante más de tres horas.
Con 650 invitados como testigos en el Hotel Hilton, el conductor de la fiesta de la Asociación de Periodistas de Televisión y Radiofonía de la Argentina (APTRA) se apoyó en el atril y dejó que la emoción lo atravesara, hasta que Rodolfo Barili (ganador del premio máximo el año pasado junto a Cristina Pérez por Telefe noticias) le acercó la estatuilla dorada.
Con el galardón en sus manos, Del Moro frenó unos minutos a hablar con la prensa. Lo que siguió fue un repaso sincero por su vida, su filosofía de trabajo y los planes que proyecta para seguir defendiendo la televisión tradicional.

«Cada año te dicen que lo vas a ganar»: la espera y el triunfo
Cuando le preguntaron si esperaba el premio, Del Moro fue honesto sobre las expectativas que se generan en cada gala: «Cada año te dicen ‘Te lo vas a ganar, te lo vas a ganar, te lo vas a ganar’, y viste que como todos los años te dicen eso, yo digo, bueno, esta vez, ¿me tocará o no me tocará?«.

«Yo vengo a hacer este programa y vengo a trabajar. Después, si el premio está… bien. Si lo ganás buenísimo, obviamente me encanta ganar, pero si no, no modifica», reconoció antes de irse a descansar unas horas porque a la mañana lo esperaba su ciclo en la radio, El club del Moro.
La frase que sintetiza su pensamiento llegó a continuación: «Me parece que ése es el secreto. Que esto no te hace ni mejor ni peor. El premio no te cambia, mañana seguís trabajando».
La respuesta llegó con el Oro, pero el conductor tuvo claro qué lo trajo hasta este momento: «Creo que Gran hermano me dio la posibilidad de hacer este programa que trajo mucha gente de vuelta a la televisión. Amado, criticado, pero apasionante».
Ya había ganado más temprano el premio a Mejor conducción masculina. El Oro fue la frutilla del postre, de una muy buena noche para él. Aquí, todos los ganadores.
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Arriesgar para ganar: «Todo fue sacrificio»
La conversación tomó profundidad cuando Del Moro comenzó a hablar de sus orígenes. Y ahí soltó una de las frases más personales de la noche: «Las sensaciones… nada, que esto es el recorrido de mucho trabajo. Yo vengo de un pueblo muy chiquito, muy chiquito, y yo me la creí un día y dije: ‘No voy más a la facultad, yo voy a hacer esto’, y nadie me regaló nada, todo fue en base a sacrificio, intentar, a romperme el lomo».
Una decisión radical que cambió su vida. Pero hubo más: un consejo que marcó su forma de trabajar para siempre. «Un día Daniel Hadad me dijo: ‘Mirá, si vos querés que te vaya bien en la radio, no faltes nunca’. Entonces, nunca más… no me tomé vacaciones», reveló Del Moro.
«Lo mío ha sido muy paulatino también. Yo hace más de 20 años que laburo en esto, entonces fue toda una cosa de paso a paso», explicó.
Y detrás de todo, el sostén familiar: «Mi familia me banca siempre, ya me conocen». Luego agregó: «Lo que pasa es que me bancan porque mi pasión es mi trabajo, más allá de que intento ser el mejor papá del mundo, ¿no? y es lo que más me tiene ocupado».
Su gesto con Guido Kaczka y la clave de competir «con buena leche»
Uno de los gestos más destacados de la ceremonia fue en la entrega del premio al mejor conductor, que se lo llevó Del Moro: hizo subir a Guido Kaczka, uno de los nominados, al escenario.
La explicación que dio el conductor de Gran hermano tras la pregunta de Clarín: «Porque lo quiero mucho, porque es mi amigo y porque se merece todo. Y porque todas las mañanas en la radio jugamos mucho (Guido arranca en La 100 cuando Del Moro termina), porque nos decimos barbaridades tremendas, y porque siempre competimos con buena leche y eso es muy raro de ver en la Argentina de hoy«.
Del Moro expandió su mirada sobre la competencia en el medio: «Yo me llevo bárbaro, me llevo bárbaro con Ángel (de Brito) también. Todos queremos ganar, si no sería careta si te dijera lo contrario, pero todos lo hacemos con herramientas nobles. Obviamente yo le quiero ganar siempre a él (Guido), y él a mí, pero los dos disfrutamos del éxito del otro. Nos damos consejos y eso está bueno».