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Las islas griegas han sido durante la crisis de coronavirus una especie de oasis. Mientras el virus sacudía el mundo entero, en el mar Egeo apenas se registraron infecciones. Ahora, sus habitantes esperan la llegada de los turistas con sentimientos encontrados. Los necesitan, pero temen que con ellos llegue también el COVID-19.
Conscientes del peso del turismo para su economía – un 25% del total del PIB -, Grecia ha puesto en marcha un plan para que los viajeros estén y se sientan seguros hasta en la más recóndita de sus islas.

