No son las fechas, son las vibraciones que se despabilan y ponen en marcha el acelerador de emociones.
Las horas se achican para traernos de manera instantánea, una conmoción de imágenes con sillas vacías y sillas nuevas, los dias se vuelven ruidosos y se atropellan, con la euforia de reencuentros, copas y besos. De alguna manera es un río caudaloso por el que nos dejamos llevar, casi sin excepciones..pero siempre, esperando el remanso para volver a la «normalidad».
Paradojas de las fiestas felices.
Por Ana Barone