Era imposible de antemano y lo fue en la práctica. Italia debía marcarle nueve goles a Noruega para evitar la traicionera ruta del repechaje que amenaza con dejarla afuera de su tercer Mundial consecutivo, y quedó muy lejos del objetivo. Los nórdicos regalaron 45 minutos, se pusieron las pilas tras el descanso, ganaron 4-1 y ratificaron que en la cita de junio serán un rival durísimo para cualquiera.
Gennaro Gattuso pretende que la selección azzurra se parezca a su época de futbolista. Motiva, grita, apela al espíritu combativo, y pone el juego en un plano secundario. Esta vez el ímpetu inicial alcanzó para ponerse 1-0 a los 10 (Espósito), pero el impulso duró hasta que Noruega empezó a manejar la pelota. Después, en la segunda mitad, cuando decidió pasar al ataque, el conjunto que dirige Stale Solbakken puso en evidencia todos los agujeros de un equipo con excesivas lagunas. Igualó Nusa con un zurdazo a los 17 y lo dio vuelta con dos ráfagas de Erling Haaland casi sin despeinarse.
Noruega entra al Mundial por una puerta bien grande; Italia y Gattuso tienen entre tres y cuatro meses para encontrar algo de fútbol.
En el primer turno, Portugal había certificado su clasificación con una paliza a Armenia. Fue 9-1, aunque tampoco hay que deslumbrarse más de la cuenta. Porque hubo media hora de inquietud y porque para desarrollar la exhibición final jugaron su papel la inocencia visitante y el árbitro bosnio Irfan Peljto, muy veloz para cobrar faltas a favor de los locales.
Renato Veiga abrió la lata a los 7 a partir de una infracción inexistente a Joao Cancelo, y el conjunto luso creyó que todo iba a ser muy fácil, se desenchufó y le permitió tomar aire a los caucásicos.
Un desconcierto general recorrió las gradas cuando Spertsyan empató a los 18 y se prolongó hasta los 28. Lo resolvió el centrodelantero armenio Artur Serobyan. Quiso darle un pase a su arquero desde 35 metros, lo interceptó Gonçalo Ramos, gambeta, toque y 2-1. 90 segundos más tarde Semedo, Vitinha y Bruno Fernandes combinaron y Joao Neves colocó la pelota contra un palo. Un ratito después, el propio Neves colgó del ángulo un exquisito remate de tiro libre. La falta, una mano de espaldas, era incobrable.

