La cerveza es, junto con el pan lactal, el café, las golosinas, las hamburguesas, la indumentaria, las tablets, los teléfonos móviles y los neumáticos, uno de los rubros en los que la Argentina tiene el valor en góndola más caro del mundo.
Así lo constató LA NACION en un relevamiento por varias tiendas on line en distintas ciudades. El Gobierno también sigue de cerca y mide estos precios todos los meses, confiado en que empezará a aflojar no bien entre más competencia importada o se atenúe ese flagelo que disuade decisiones de inversión: el costo argentino. Una mezcla de alta carga impositiva, tasas de interés, tipo de cambio, infraestructura deficiente, esquemas laborales o logísticos inviables, y que incluye también márgenes empresariales que no han bajado todavía proporcionalmente con el riesgo país. Algo viene desfasado ahí. Pese a que el indicador que mide el JP Morgan se desplomó de 3000 a 700 puntos básicos en el último año y medio, la rentabilidad sigue en algunos sectores empresariales llamativamente alta.
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