Un terremoto de magnitud 8,8 -uno de los más potentes jamás registrados- sacudió las costas del este de Rusia a última hora del martes 29 de julio de 2025, provocando intensas sacudidas durante minutos, sacudiendo ventanas y dañando infraestructuras cercanas.
En las horas siguientes, los habitantes de Japón, Hawaii y la costa oeste de Estados Unidos se prepararon para un efecto a menudo mortal de los terremotos costeros: un tsunami.
En el pasado, fuertes terremotos han provocado olas masivas y dañinas a gran distancia, pero los científicos afirman que las olas de este tsunami fueron mansas en comparación con las de la cuenca del Pacífico, al menos hasta ahora. Algunas zonas de Sudamérica siguen preparándose para la llegada de un tsunami.
Los investigadores y los equipos de respuesta todavía están desvelando detalles específicos sobre el suceso, pero unos mejores sistemas de alerta y otras propiedades del seísmo más allá de su fuerza podrían haber mitigado los efectos hasta ahora.

