La Policía se ha visto obligada a usar gases lacrimógenos contra una multitud que ha intentado irrumpir este sábado en el edificio del Parlamento de Líbano, culpando a las autoridades por la trágica explosión en Beirut. Los manifestantes intentaron romper barricadas y arrojaron piedras.
Muchos de los manifestantes inconformes con la situación, usando máscaras faciales, arrojan objetos contra las fuerzas de seguridad y se niegan a retirarse.
«El pueblo pide la caída del régimen», fueron algunas de las frases que corearon los asistentes haciendo un llamado a la «revolución». Algunos carteles llevaban escritas las palabras: «Váyanse, todos son asesinos», recoge Reuters.
La onda expansiva golpeó edificios a varios kilómetros de distancia, arrasando gran parte de la zona comercial y dejando a más de 300.000 personas sin hogar. Las autoridades locales han estimado que el valor de las pérdidas asciende a miles de millones de dólares.