La Iglesia cerró sus puertas el 25 de marzo, aunque los religiosos que la custodian han celebrado oraciones diarias en su interior durante el cierre.
Desde este 24 de mayo, y como medida de precaución, los religiosos limitan a 50 el número de visitantes que pueden entrar al mismo tiempo, les obligan a llevar barbijo, a mantener entre sí una distancia de dos metros y a no tocar ningún objeto de su interior, como iconos o piedras.