Las piedras todavía estaban tibias cuando se las llevaron en carretillas. Eran las 2 de la mañana del martes 17 de agosto, solo horas después de la marcha. Pero cuando los operarios de la Casa Rosada empezaron a trasladarlas, los familiares que todavía estaban ahí se plantaron. Les prometieron, entonces, que no las iban a mover. Entendían que el día había sido largo y doloroso. Y que ya podían irse a dormir tranquilos. Les mintieron en la cara. A las 6 de la mañana ya no quedaba una sola piedra en la Plaza de Mayo.
En la web, que es el lugar donde surgió esta idea, ya están planeando darle continuidad a la marcha. Algunos quieren volver a llevar su piedra, porque ella es solo el símbolo; mientras que el mensaje es imposible encerrar y silenciar. Otros quieren llevar piedras que no habían llegado a dejar en la primera manifestación. Y otros quieren que les devuelvan ese objeto que depositaron en la Plaza, hace una semana. En ese punto está el debate en la web ahora, solo falta fijar la fecha.
Hay algunos que dicen “me robaron mi piedra, no importa llevo otra”, pero otros quieren su piedra de nuevo. Eso es difícil porque se las llevaron de la plaza sin ningún tipo de cuidado. Muchas quedaron tiradas en pasto, desparramadas. Había piedras especiales, por ejemplo algunas que los familiares habían ido a buscar a la casa donde vivían sus padres. Otras con fotos y con cartas. Muchas con corazones. Nada de eso se respetó. La memoria de la gente que esas piedras representaban, fue arrastrada como los enfermos de sus casas. Sin piedad. (TN)